En un impactante giro de los acontecimientos, el programa “Cortá por Lozano” de Telefe se convirtió en el escenario de una tragedia inesperada. Hernán Drago, conocido por su serenidad y sonrisa inquebrantable, se quebró en vivo al recibir la devastadora noticia de la muerte de su amiga Alejandra “Locomotora” Oliveras. La conmoción fue palpable en el estudio y entre los millones de televidentes que presenciaron el momento.
Todo transcurría con normalidad en el programa de la tarde cuando, de repente, la noticia rompió el aire: Oliveras había fallecido. Drago, visiblemente afectado, repitió “No lo puedo creer” mientras las lágrimas corrían por su rostro. La tristeza que emanaba de él no era solo una reacción emocional; era el reflejo de una profunda pérdida. La amistad entre ambos trascendía la pantalla, pues habían compartido proyectos y confidencias.
Los espectadores, impactados, comenzaron a cuestionar la falta de preparación del equipo para manejar una situación tan delicada. ¿Por qué nadie avisó a Drago antes de que se diera la noticia en vivo? Las redes sociales estallaron en indignación, exigiendo mayor empatía y humanidad en momentos de dolor. La escena fue un recordatorio desgarrador de que detrás de cada figura pública hay relaciones auténticas y vínculos que duelen profundamente cuando se rompen.
Mientras las lágrimas de Drago resonaban en todo el país, muchos se sintieron identificados con su dolor. La muerte de Oliveras no solo dejó un vacío en el mundo del boxeo argentino, sino que también reveló la fragilidad de la vida y la necesidad de detenerse para acompañar el sufrimiento ajeno. Este trágico suceso no solo marcará a Drago, sino que también invita a una reflexión sobre cómo manejamos el dolor y la tristeza en la esfera pública.