Con lágrimas y música, el mundo se detuvo esta mañana para llorar la muerte del Papa Francisco. A las 7:35 AM, el corazón de millones se quebró al conocer que Jorge Mario Bergoglio, el querido pontífice que llegó “del fin del mundo”, había fallecido a los 88 años debido a complicaciones de una neumonía. En la solemnidad de la Basílica de San Pedro, la voz de un líder espiritual que luchó incansablemente por los pobres y los marginados se apagó, dejando un vacío irreparable.
La noticia se propagó rápidamente, generando un torrente de emociones desde Buenos Aires hasta Roma, desde las favelas de Brasil hasta los campos de refugiados en Medio Oriente. La Plaza de San Pedro, un símbolo de su legado, se llenó de fieles en llanto, encendiendo velas y recordando sus profundas enseñanzas sobre el amor, la misericordia y la justicia social. Francisco, conocido como el “Papa del Pueblo”, rompió barreras y acercó la Iglesia a quienes se sentían excluidos, abogando por el diálogo y la inclusión en tiempos de creciente polarización.
Su vida fue un testimonio de dedicación y compasión. Desde sus inicios como arzobispo de Buenos Aires, mostró un compromiso inquebrantable con los más necesitados. Su encíclica “Laudato Si'” y su lucha contra el cambio climático resonaron en todo el mundo, instando a la humanidad a cuidar de nuestro planeta. A lo largo de su pontificado, desafió las convenciones, promoviendo reformas dentro de la Iglesia y convirtiéndose en un defensor de los derechos de todos.
En sus últimos momentos, rodeado de seres queridos, Francisco se despidió con serenidad, dejando un mensaje de paz que resonará en los corazones de quienes lo conocieron. Su legado, marcado por la empatía y el amor incondicional, perdurará en cada rincón del mundo. Hoy, el mundo llora no solo a un Papa, sino a un hombre que transformó la fe y la esperanza en un llamado a la acción. Francisco, el hombre que vino del fin del mundo, ha partido, pero su espíritu vivirá eternamente entre nosotros.