El rey Carlos ha sido expulsado del palacio de Buckingham tras ser declarado culpable de la muerte de la princesa Diana, en un giro impactante que sacude los cimientos de la monarquía británica. La revelación proviene de una investigación internacional que ha destapado secretos oscuros y conexiones inquietantes entre el monarca y el trágico fallecimiento de Diana en París hace casi tres décadas.
Los investigadores han descubierto documentos filtrados del MI6 que revelan alteraciones en testimonios y desapariciones de archivos médicos críticos, sugiriendo que la muerte de Diana no fue un simple accidente. El descubrimiento más devastador es una carta manuscrita de Diana que data de 1996, en la que expresa su temor de que “mi marido está planeando provocar un accidente en mi coche”. Esta confesión ha encendido una tormenta de sospechas que ha llevado a las autoridades francesas a reabrir el caso.
La presión sobre la familia real ha aumentado dramáticamente, con informes que indican que la relación entre Carlos y Camila se ha vuelto insostenible. A medida que la verdad sale a la luz, los hijos de Diana, William y Harry, han confrontado a su padre, exigiendo respuestas que podrían cambiar el curso de la historia real. En un giro inesperado, el príncipe William ha sido nombrado príncipe regente, asumiendo el control de la monarquía en un acto sin precedentes.
Mientras las protestas por justicia para Diana crecen en las calles, el palacio ha comenzado a retirar todos los símbolos de Carlos, marcando el fin de su reinado. En un ambiente de caos y revelaciones, la figura de Diana resurge como un símbolo de justicia, y su legado se convierte en el eje central de una nueva era para la familia real. La monarquía británica, ahora en un estado de emergencia constitucional, enfrenta un futuro incierto, donde la verdad y la transparencia son más necesarias que nunca. La historia está lejos de terminar; el pueblo clama por respuestas y la justicia finalmente parece estar al alcance.