La Reina Sofía ha tomado una decisión drástica en un momento de crisis familiar: ha expulsado a Paloma Roca Solano, madre de la reina Letizia, del Palacio de la Zarzuela. Este movimiento, que se produce en medio del deterioro alarmante de la salud de su hermana, Irene de Grecia, ha encendido las alarmas en el entorno real. Fuentes cercanas indican que la reina madre ha exigido privacidad y respeto en estos momentos tan delicados, dejando claro que no tolerará interferencias externas.
Irene, quien ha sido un pilar emocional para Sofía, se encuentra bajo vigilancia médica constante, con un equipo multidisciplinario que la cuida día y noche. La situación es crítica: su salud ha empeorado y su estado físico es preocupante. Las infantas Elena y Cristina han asumido la responsabilidad de cuidar a su madre y a su tía, demostrando que, en tiempos difíciles, la familia se une más allá de los títulos.
La tensión entre las dos familias es palpable, y la decisión de Sofía de limitar la presencia de Paloma Roca Solano es interpretada como un intento de proteger a Irene de distracciones en un momento tan vulnerable. Aunque no se trata de una expulsión oficial, el mensaje es contundente: la reina Sofía está dispuesta a defender su intimidad y la de su hermana a toda costa.
Mientras el rey Felipe VI se muestra preocupado por la situación, incluso el rey Juan Carlos ha estado indagando sobre el estado de salud de su cuñada. La preocupación es generalizada y el ambiente en la Zarzuela es de angustia y determinación. En este contexto, la reina Sofía reafirma su papel como matriarca, marcando límites claros en un momento de crisis. La familia real enfrenta un desafío monumental, y la salud de Irene de Grecia se convierte en el foco de atención de todos.
