Cada 15 de mayo, el dolor se renueva para Pampita y Benjamín Vicuña, un día que debería ser de celebración pero que se convierte en un homenaje lleno de amor a su hija Blanca, quien partió a los seis años en 2012. Este año, Pampita compartió con el mundo tres fotografías que trasmiten la esencia de su pequeña: una niña que irradiaba alegría, ternura y amor. Con un simple pero profundo mensaje –”feliz cumple Blanca, besos al cielo”–, Pampita logra tocar el corazón de miles, recordando que el amor de una madre no conoce límites, ni siquiera la muerte.
Las imágenes seleccionadas por Pampita son un viaje emocional. La primera muestra a Blanca vestida de fucsia, sonriente bajo la lluvia, un reflejo de su infancia llena de luz. La segunda captura un momento íntimo entre madre e hija, donde la ternura es palpable. Por último, una fotografía de Pampita sosteniendo a Blanca de bebé, un símbolo de un amor eterno que sigue vivo en cada recuerdo.
Benjamín también se une a este homenaje con palabras que resuenan como poesía. Recordando el día de su nacimiento, evoca en su mensaje la felicidad y dulzura que Blanca trajo a sus vidas. La carga emocional es inmensa, pero también lo es la fuerza con la que ambos padres eligen recordar a su hija: desde el amor, no desde el dolor.
El ritual de recordar se transforma en un legado que trasciende el tiempo y la ausencia. Pampita, al abrir su corazón cada año, invita a la comunidad a recordar juntos, a mantener viva la memoria de Blanca. En su fortaleza, encontramos un mensaje claro: el amor trasciende, y aunque la ausencia duele, también abraza. Así, Blanca sigue presente, en cada sonrisa de sus hermanos, en cada celebración, y en el corazón de quienes la aman.