El fútbol mundial está conmocionado. Andrés Iniesta, el genio silencioso que hizo vibrar a millones con su gol en la final del Mundial 2010, ha roto el silencio y revelado una verdad oscura y estremecedora sobre los años en los que el mundo lo veía sonreír… mientras por dentro estaba al borde del colapso.
En su nuevo libro, “The Mind Also Plays”, el exjugador del FC Barcelona expone el lado más sombrío de su vida, confesando que durante sus años de mayor gloria pensó en rendirse para siempre. “Tenía fama, títulos, familia… pero dentro de mí todo se había apagado”, escribe Iniesta con crudeza.
Fuentes cercanas aseguran que el futbolista llegó a recibir tratamiento psiquiátrico en secreto, sin que el club ni sus compañeros supieran la magnitud de su dolor. “Andrés llegaba al entrenamiento con la misma sonrisa de siempre, pero al volver a casa no podía ni mirarse al espejo”, relata un excolega del Barça que prefirió mantenerse en el anonimato.
El punto de quiebre, confiesa Iniesta, fue la muerte inesperada de su amigo Dani Jarque, una tragedia que lo dejó emocionalmente devastado. “Aquella noche no dormí. Al día siguiente, ni siquiera quería salir del cuarto. Sentí que una parte de mí murió con él”, recuerda con lágrimas en los ojos.
Pero lo más sobrecogedor llega cuando el jugador revela que su gol en el Mundial de Sudáfrica fue un grito desesperado, no una celebración. “Aquel día marqué para él, no para mí. Mientras todos festejaban, yo solo quería llorar.”
Durante años, ocultó su lucha detrás de una fachada de perfección. Su esposa, Ana Ortiz, fue quien lo salvó del abismo. “Me quedé con él en los peores días, cuando no quería levantarse, cuando decía que no valía nada”, confesó en una entrevista reciente.
En su libro, Iniesta busca romper el tabú sobre la salud mental en el deporte, pero sus palabras han dejado a todos helados: “No hay trofeo que te salve de ti mismo.”
