Rusia ha lanzado un ultimátum contundente a Ucrania en medio de una escalada de tensiones que amenaza con desbordar el conflicto. Los informes indican que Moscú planea una represalia significativa tras el ataque ucraniano a varios aeródromos militares, que dejó a cerca de 20 aviones estratégicos rusos destruidos o gravemente dañados. Las fuerzas rusas han respondido con un torrente de 112 drones sobre territorio ucraniano, causando daños en múltiples regiones, incluidos Chernihiv y Odesa, aunque las defensas ucranianas lograron neutralizar 75 de estos aparatos.
Donald Trump, por su parte, ha manifestado su creciente impaciencia respecto a la situación, sugiriendo la necesidad de una cumbre entre él, Putin y Zelenski para abordar el conflicto. Sin embargo, el Kremlin ha desestimado esta posibilidad, calificándola de “prácticamente imposible”. En este contexto, el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia ha amenazado con castigar a los responsables de los ataques ucranianos, prometiendo que “el castigo es inevitable”.
Mientras tanto, la OTAN ha comenzado sus ejercicios navales anuales en el Mar Báltico, con la participación de cerca de 50 buques, lo que subraya la creciente preocupación por la situación en Europa. El primer ministro británico ha advertido que el país se prepara para la guerra, revelando planes para construir 12 submarinos nucleares.
El clima de incertidumbre y temor se intensifica, y la posibilidad de un conflicto mayor se cierne sobre Europa mientras las negociaciones parecen estancadas. Zelenski ha pedido sanciones más severas contra el Kremlin, afirmando que “cada día perdemos a nuestro pueblo a manos del terror ruso”. La comunidad internacional observa con ansiedad, preguntándose qué pasos seguirán ambos bandos en este juego de poder explosivo.