Las controversias en torno a Alfredo Saade, el nuevo jefe de gabinete del presidente Gustavo Petro, han estallado en el escenario político colombiano. Nombrado recientemente, Saade, quien fue precandidato presidencial por el Pacto Histórico en 2022, ha generado un torbellino de críticas y preocupaciones debido a su historial y declaraciones incendiarias.
En su papel como interlocutor religioso durante la campaña de Petro, Saade ha sido una figura cercana al mandatario. Sin embargo, su nombramiento llega en un momento de tensión, justo después de que el presidente arremetiera contra su propio gabinete, acusándolo de traicionar sus ideales y de abandonar regiones como Chocó. “¿Por qué me tienen así abandonado?”, cuestionó Petro, dejando claro su descontento con la gestión de sus ministros.
La controversia no se detiene ahí. Saade enfrenta una indagación de la Procuraduría por presuntas irregularidades en su gestión en el Instituto de Gestión del Agua de la Guajira, donde se le acusa de haber presentado informes duplicados en un contrato para la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres. A pesar de la indagación, no enfrenta sanciones ni inhabilidades.
El pasado 21 de mayo, Saade hizo un llamado alarmante al presidente, sugiriendo el cierre del Congreso, lo que ha sido interpretado como un intento de socavar la democracia. Este tipo de declaraciones han encendido las alarmas sobre su idoneidad para el cargo, especialmente en un contexto donde la estabilidad política es crucial.
Con un cargo que implica asesorar al presidente en la formulación de políticas públicas y coordinar la agenda del gobierno, la llegada de Saade plantea serias preguntas sobre el futuro del gabinete de Petro. En un momento en que el país busca desescalar tensiones, su nombramiento podría ser un indicativo de una dirección más polarizada y confrontacional. La incertidumbre y las críticas se intensifican, y el futuro del gobierno de Petro pende de un hilo.