**Roberto Cobo y su amante: el final trágico que pocos conocen**
En un giro desgarrador de la historia del cine mexicano, la vida de Roberto Cobo, conocido como “Calambres”, se entrelaza con la tragedia de su amor oculto, Joaquín Vargas García, “El Borolas”. Detrás de la brillante trayectoria de Cobo, se esconde un relato de lucha y sufrimiento, donde el arte fue su refugio y su condena. Su muerte en 2002, a causa de un infarto, dejó un vacío en el mundo del espectáculo, pero también reveló las cicatrices de un amor prohibido que nunca pudo ser.
Desde su debut en 1945, Cobo deslumbró con su magnetismo en pantalla, desafiando las normas de su época. Sin embargo, su vida personal fue un campo de batalla, marcada por la presión social y la soledad. Su relación con Borolas, aunque nunca oficializada, fue un vínculo profundo que resonó en sus corazones, pero que también los llevó a la ruina. La traición, en forma de rumores sobre un robo de dinero para alimentar un vicio, selló su destino y provocó una ruptura desgarradora.
La muerte de Borolas en 1993, víctima de sus propias adicciones y del estigma social, fue un golpe devastador para Cobo, quien a pesar de continuar su carrera, nunca logró escapar de las sombras que dejó su amor perdido. La historia de estos dos hombres, atrapados entre el talento y la intolerancia, se convierte en un eco de lo que pudo haber sido un amor libre, pero que fue aplastado por la rigidez de una sociedad que no perdonaba la diferencia.
Hoy, mientras las olas del Pacífico mecen las cenizas de Roberto Cobo, su legado artístico y su lucha por la autenticidad resuenan con fuerza. La tragedia de su vida y su amor son un recordatorio de que el arte puede inmortalizar a un hombre, pero solo la aceptación puede otorgar paz. En un mundo donde amar sigue siendo un desafío, la historia de Cobo y Borolas se alza como un grito de resistencia, una carta de amor inconclusa que aún clama por ser escuchada.