La salud de la Reina Sofía de España se encuentra en el centro de la preocupación pública tras el deterioro crítico de su hermana, la Princesa Irene de Grecia. Según informes recientes, la situación de Irene ha empeorado considerablemente, lo que ha llevado a preparativos discretos para su posible entierro en Atenas, junto a su difunto hermano, el Rey Constantino. Este trágico acontecimiento ha encendido alarmas sobre el estado emocional y físico de la Reina Sofía, quien a sus 85 años enfrenta episodios de descompensación por presión arterial.
La relación entre Sofía e Irene es de una cercanía excepcional; han compartido más de 40 años bajo el mismo techo en el Palacio de la Zarzuela, convirtiéndose en pilares emocionales la una para la otra. La última aparición pública de Irene, en la boda de su sobrino Nicolás, reveló su fragilidad, ya que fue vista en silla de ruedas, lo que generó una atmósfera de preocupación y tristeza.
La Casa Real, consciente del impacto emocional que esta situación tiene sobre la Reina Sofía y la familia real, está siguiendo de cerca los acontecimientos. El Rey Felipe VI, profundamente afectado, ha sido informado de cada detalle y no descarta realizar un gesto público si la situación se agrava. La posibilidad de que la Reina Sofía se retire de la vida pública ante la inminente pérdida de su hermana plantea interrogantes sobre el futuro de la monarquía española y la estabilidad emocional de su figura más venerada.
La gravedad de la situación resuena en el corazón del país, donde la historia de amor fraternal entre las dos reinas ha tocado fibras sensibles. La angustia por la salud de Irene no solo afecta a Sofía, sino también a la imagen de la familia real en un momento de intensa atención mediática. La incertidumbre sobre el futuro y el dolor inminente son palpables, dejando a muchos preguntándose cómo se verá la Casa Real si, lamentablemente, se confirma la pérdida de Irene.