Ambientada en un mundo donde los dioses caminan entre mortales, God of War (2025) da vida a Kratos en una experiencia cinematográfica cruda y emocionalmente intensa. Tras la caída del Olimpo, la película sigue a Kratos y a su hijo Atreus en su travesía por los brutales reinos nórdicos, enfrentándose a monstruosos enemigos y demonios internos por igual. El vínculo entre padre e hijo se pone a prueba cuando antiguas profecías despiertan un destino aterrador.
Visualmente impactante, la película combina imponentes paisajes nórdicos con crudas e íntimas secuencias de combate. La cinematografía evoca la fría crudeza del mundo, a la vez que da espacio a momentos de reflexión serena y profunda. La profundidad emocional de Kratos, interpretada magistralmente por un icono de la acción melancólica, ofrece más que solo rabia: es un hombre atormentado por su pasado, desesperado por guiar a su hijo a través de un mundo de caos.
El guion rinde homenaje al amado juego a la vez que introduce elementos novedosos para los recién llegados. Mitología, magia y ambigüedad moral se fusionan en una historia épica y profundamente humana.