La tragedia en las aguas de Miami ha conmocionado a la comunidad, tras el fatal accidente que involucró a un velero y una barcaza que dejó a una niña de 7 años, Mila Janelevich, muerta y a otras dos en estado crítico. Las autoridades están investigando las circunstancias que llevaron a este desgarrador suceso, en el que una instructora de 19 años guiaba a un grupo de niñas en un campamento de vela.
Los primeros informes sugieren que el velero podría haber estado fuera del canal de navegación designado, donde operaba la barcaza. Este hecho ha suscitado preguntas sobre si se violaron las normas internacionales que regulan el tráfico marítimo. Mientras tanto, el capitán de la barcaza ha sido interrogado y sometido a pruebas toxicológicas, una medida estándar en este tipo de investigaciones.
La instructora, que intentó maniobrar el velero al notar la inminente colisión, se encuentra en estado de shock y no ha sido indagada formalmente. Testigos indican que la falta de viento pudo haber dificultado su reacción, lo que plantea interrogantes sobre la seguridad y la preparación de los involucrados.
La comunidad argentina, profundamente afectada por la pérdida de Mila, está a la espera de respuestas claras. La Guardia Costera ha señalado que tanto el velero como la barcaza podrían tener responsabilidades en este accidente, y las pericias continúan para esclarecer los hechos. La angustia de las familias se siente en cada rincón, mientras esperan noticias sobre las dos niñas que luchan por sus vidas en el hospital.
Este trágico evento resalta la importancia de la seguridad en actividades recreativas en el agua y la necesidad de adherirse estrictamente a las regulaciones marítimas. La investigación está en marcha, pero el dolor de esta pérdida ya se siente profundamente en la comunidad.