¡ESCÁNDALO EN LA CASA DE NARIÑO! En un giro inesperado durante el Consejo de Ministros, el presidente Gustavo Petro lanzó una crítica devastadora contra su propio ministro de Justicia, Eduardo Montealegre, en un momento que podría redefinir la política de paz total del país. En vivo y frente a las cámaras, Petro no se contuvo: acusó a Montealegre de crear un proyecto de ley “conservatizado” que busca venganza en lugar de verdad, desatando una tormenta política que amenaza con fracturar el gobierno.
La reunión, que se centraba en la seguridad ciudadana, se tornó en un intenso debate sobre los fundamentos de la política de paz total. Petro, con un tono que oscilaba entre la crítica académica y la firmeza política, subrayó lo que considera “errores considerables” en el trabajo de Montealegre. “La justicia no debe ser castigo, sino verdad”, afirmó, dejando claro que la esencia transformadora del proyecto se había perdido en el camino.
La reacción del ministro fue palpable: su lenguaje corporal cambió drásticamente, pasando de la atención a una evidente incomodidad, mientras el presidente desmantelaba su propuesta. Este desacuerdo no es trivial; pone en jaque la dirección del proyecto legislativo más ambicioso del gobierno y refleja una profunda división ideológica en el interior del gabinete.
Con las elecciones legislativas a la vuelta de la esquina, la presión aumenta. La población, escéptica ante cualquier medida que parezca indulgente con el crimen, observa atentamente. Montealegre, consciente de la monumental tarea que enfrenta, deberá navegar estas turbulentas aguas políticas y encontrar un equilibrio entre las exigencias del presidente y las realidades judiciales del país.
Este choque interno podría definir no solo el futuro de la paz total, sino también la cohesión del gobierno de Petro en un año crucial. El reloj avanza, y la nación espera respuestas. La política colombiana nunca ha sido tan volátil.