Miguel, un hombre de 38 años y exitoso en la capital, recibió la devastadora noticia de la muerte de su madre, Doña Teresa, quien falleció con el corazón roto tras años de espera silenciosa. La historia se torna aún más trágica al revelarse que Teresa había escrito una carta al nuevo Papa, León XIV, pidiendo oraciones por su hijo, quien la había olvidado en el bullicio de su vida moderna.
La carta, enviada justo un día antes de su muerte, refleja el profundo amor y la soledad que vivió Teresa en su hogar, donde cuidaba de un jardín de rosales y escuchaba la radio. Miguel, atrapado en su rutina, nunca se tomó el tiempo para llamarla, ignorando sus mensajes y dejando que el tiempo pasara sin un solo contacto. La última vez que ella esperó su llamada fue en su cumpleaños, donde preparó un pastel que nunca llegó a compartir.
En el funeral, Miguel llegó tarde y con indiferencia, hasta que un sacerdote se le acercó con un sobre del Vaticano. La carta del Papa, que contenía un mensaje conmovedor sobre el amor incondicional de su madre, lo confrontó con la cruda realidad de su abandono. Mientras leía las palabras, Miguel sintió cómo su indiferencia se transformaba en un profundo arrepentimiento.
Al final de la ceremonia, se acercó al ataúd de su madre, donde encontró el rosario que había despreciado años atrás, ahora reparado con amor. En un momento de revelación, Miguel se arrodilló y pidió perdón, comprendiendo que su madre siempre lo había amado, incluso en su ausencia. La historia de Teresa y Miguel es un poderoso recordatorio de la importancia de valorar a quienes amamos antes de que sea demasiado tarde.
