Noticia de última hora: La guerra entre el presidente Gustavo Petro y el exfiscal Francisco Barbosa ha estallado en un escándalo que podría cambiar el rumbo político de Colombia. En un ataque directo, Petro ha acusado a la Fiscalía de Barbosa de manipular investigaciones contra su hijo, Nicolás Petro, quien enfrenta graves cargos por corrupción y vínculos con el narcotráfico. La situación se intensifica a medida que Barbosa responde, afirmando que su vida corre peligro bajo el gobierno actual.
Petro sostiene que su hijo es víctima de un “cuadre de investigaciones” diseñado para acumular múltiples delitos en su contra, lo que él considera una persecución política. La fiscal Marta Mancera, implicada en esta trama, está bajo sospecha de tener conexiones con el narcotráfico, lo que añade un nivel de complejidad y peligro a la situación. El presidente no se detiene ahí: denuncia que figuras poderosas están manipulando el caso desde las sombras, incluyendo al controvertido “hombre malboro”.
Barbosa, por su parte, no se queda callado. Asegura que ha sido objeto de un ataque sistemático por parte de Petro, que ha puesto en riesgo su seguridad personal. En un tono alarmante, advierte que la continuidad de Petro en el poder representa una amenaza tangible para él. “No tengo garantías de seguridad mientras usted sea presidente”, declara Barbosa, utilizando el término “dictadura” para describir el régimen de Petro, lo que intensifica aún más la polarización en el país.
La batalla judicial que se libra no solo afecta a la familia Petro, sino que pone en jaque la estabilidad de las instituciones colombianas. Con acusaciones de corrupción y narcotráfico en el aire, la percepción de justicia se tambalea en un clima de incertidumbre. La población observa con atención, mientras se define el futuro político de Colombia en medio de este tumulto. La lucha por la verdad y la justicia está lejos de resolverse, y el desenlace de este conflicto podría tener repercusiones profundas para la nación.