El futuro de la monarquía española está en la cuerda floja. En un giro inesperado, el rey Felipe VI y la reina consorte Leticia han decidido separarse durante sus vacaciones en Grecia, un destino que no solo es turístico, sino también profundamente emocional para la familia real. Mientras Felipe se aloja en la exclusiva villa de los reyes de los Países Bajos, Leticia ha optado por embarcarse en un yate de lujo, alejándose del monarca y acompañada de su círculo más íntimo.
Fuentes cercanas a la Zarzuela revelan que esta separación física podría ser el preludio de una ruptura definitiva. Con la infanta Sofía cumpliendo 18 años y la princesa Leonor preparándose para su formación militar, la situación se torna aún más complicada. Se habla de un acuerdo prenupcial que podría determinar que la custodia de las hijas quede en manos de Felipe en caso de divorcio.
Las tensiones entre la pareja se han hecho evidentes, y el viaje a Grecia, tierra natal de la reina emérita Sofía, parece ser un intento de mantener las apariencias mientras la relación se desmorona. La familia real, que durante años proyectó una imagen de unidad, enfrenta ahora una crisis que podría cambiar el rumbo de la monarquía española.
Las redes sociales ya están en ebullición, con la comunidad preguntándose si esta separación es irreversible y cómo afectará la imagen de la corona. La incertidumbre emocional y las decisiones cruciales que deben tomar en este verano de transición están dejando a todos expectantes. La pregunta que resuena es clara: ¿está la familia real española al borde de un colapso irreparable?