El mundo de la música quedó en silencio cuando se confirmó la devastadora noticia: el maestro Aramiro Delgado, uno de los instructores más queridos del país, había perdido la vida en circunstancias tan súbitas como inquietantes. Lo que comenzó como un rumor en redes sociales se transformó rápidamente en una tragedia que dejó a miles paralizados.
Según testigos, Aramiro colapsó en pleno ensayo, justo después de dirigir a su orquesta juvenil en una pieza que muchos describieron como “demasiado intensa, casi profética”. Momentos después, todo el estudio entró en caos: gritos, instrumentos cayendo al suelo, alumnos desesperados intentando pedir ayuda.
Pero lo que heló la sangre del público fue el testimonio de su hija, quien entre lágrimas afirmó:
“Él sabía que algo iba a pasar… me lo dijo anoche.”
Esa declaración incendió las redes.
Algunos aseguran que el maestro llevaba semanas comportándose de manera extraña, cancelando proyectos, revisando viejas partituras y haciendo comentarios crípticos sobre “ciclos que se cierran”. Otros aseguran que la noche anterior al incidente se escucharon ruidos extraños en su estudio, como si alguien hubiese estado revisando sus archivos.
Sus alumnos, devastados, relatan que Aramiro tenía una energía diferente ese día, como si presintiera que estaba dirigiendo su última melodía.
La vigilia organizada en su honor se convirtió rápidamente en un mar de especulaciones:
—¿Fue realmente un colapso repentino?
—¿Había algo más detrás de su angustia?
—¿Qué significaban las notas que escribió horas antes de su muerte?
Un cuaderno encontrado en su escritorio —cuyas páginas las autoridades no han querido revelar— ha generado más misterio que respuestas. Y ahora, mientras miles lloran su partida, la sombra de lo desconocido cae sobre su legado.
Porque en la música de Aramiro Delgado, dicen quienes lo conocieron,
las notas nunca eran solo notas… eran mensajes.
