‘Vivimos en un estado de amor puro’
n amor puro. Casi inexplicable. Porque le faltan las palabras. O porque, quizás, no haya ninguna que pueda describir claramente lo que siente. O porque cuando se habla de amor, nítidamente no hay nada. Lo suyo es amor sin mesura, sin límites, sin condiciones… Su niño le sonríe en sus brazos y a Fani Stipkovic le explota el corazón en el pecho. Acaba de convertirse en madre y su bebé no ha podido llegar en mejor momento. De cambios, de retos, de vértigo incluso, pero el mejor… Porque Fani encontró el hombre justo. El hombre que tenía que ser. El padre y el marido. Sí, en este orden. Y si hubiera alguna duda, todas se disipan cuando lo ve interactuar con el pequeñito. Y le canta. Y le pone flamenco… Más enamorada es ya imposible.
“Se parece a los dos. Creo que la parte superior, la nariz y los ojos son míos. Pero la sonrisa… La sonrisa es de su papá. Es de Fernando”
El fruto de su amor se llama Nicolás Valentín. ‘Valentín’, porque fue concebido —y auspiciado— por el santo, y ‘Nicolás’, porque… porque fue una revelación. Después, supo del significado del nombre (’el que trae victoria al pueblo’) y para Fernando Hierro no podía ser más acertado, cuando esa fue siempre su motivación como capitán y entrenador de la selección española, con cinco Mundiales a sus espaldas y dos Eurocopas…
Hoy, los titulares de la prensa mexicana lo coronan como el artífice del resurgimiento del Chivas de Guadalajara, la ciudad en la que nos reciben y en la que esta pareja disfruta día a día su felicidad. Primero, se fueron a vivir juntos. Después, celebraron su matrimonio. Y ahora, el nacimiento de su primer hijo… El bautizo, sin embargo y a buen seguro, será en Madrid. El tantas veces campeón merengue no podía hacerle ese feo a la diosa Cibeles.
La pareja posa radiante ante nuestro objetivo. Fani, además, luce una figura envidiable, y eso que la mamá, durante el embarazo, dio rienda suelta a sus antojos. También por un buen motivo: “Al llegar al séptimo mes, me dijeron que al bebé le faltaba peso por una COVID que padecí durante el tercero. Me decían: “Tienes que comer más, tienes que comer más”, y yo, que desde siempre había estado activa y entrenando, me dije a mí misma: “Me voy a dar mis caprichos, que lo más importante es el bebé”. Así que Fernando me traía de vez en cuando una “pizza” o crepes con chocolate. Engordé, claro, y sinceramente me ha dado igual. No me preocupa si me quedo con dos o tres kilos más. Me gusta cómo me veo”.
—Fani, ¿cómo te sienta el apelativo ‘mamá’?
—(Risas). Me sienta muy bien porque me llena de felicidad. Una felicidad que me ilumina el alma. Dicen que no entiendes el significado de la vida hasta que no crece dentro de ti… Pues es cierto. Ser mamá te cambia. Te enseña, en un tiempo muy rápido, a tener paciencia, a sentir compasión, las prioridades de las cosas se transforman… Estoy, de verdad, disfrutando de cada segundo con mi bebé. Cuando lo veo y cuando me regala una sonrisa siento como si me desarmara, como si me despojara de todas esas corazas que te has puesto a lo largo de los años, como si tu ego se diluyera… Vivo un estado de amor puro.
“Estoy disfrutando de cada segundo con mi bebé. Cuando me regala una sonrisa, siento como si me desarmara, como si me despojara de todas esas corazas que te pones con los años, como si el ego se diluyera”, nos confiesa Fani
—¿Cómo fue el parto? ¿Te acompañó Fernando?
—Fue bien. Me estuve preparando los meses previos para tener un parto natural, porque uno de mis mayores deseos era tener esa experiencia, pero, desafortunadamente, el bebé tenía el cordón umbilical enredado. Con dos vueltas, con un nudo… Y, al final, me tuvieron que hacer una cesárea. Pero todo se te pasa cuando coges a tu hijo en brazos: da sentido a tu vida. Cuando lo vimos por primera vez, de repente, Fernando y yo empezamos a llorar. Porque Fernando me acompañó todo el tiempo. Estuvo conmigo en quirófano. Me tenía abrazada. Cada segundo. Pero yo no tenía miedo, de verdad que no. Tenía una sensación rara, diferente… Como… no sé… una adrenalina inexplicable. Es cierto que, luego, la recuperación ha sido más larga, porque una cesárea es una operación, pero, al cabo de unos días, ya estaba para arriba y para abajo en casa… Y desde el primer día pegadita a mi bebé. Nicolás Valentín es un bebé muy muy bueno. Es tranquilo, es sonriente… Sonríe todo el tiempo. También tiene su carácter, ¡eh! Es muy juguetón… Muy muy dulce.
© JESÚS CORDERONos cuenta Fani que la llegada de Nicolás Valentín ha sido providencial, especialmente porque su ‘compañero de andanzas’ durante los meses de adaptación a su nueva residencia mexicana en Guadalajara la abandonó tristemente. Lo conocimos en el reportaje de su boda, vestidito de paje: era ‘Chi’, su chihuahua, “mi mayor protector durante el embarazo, y murió una semana antes de dar a luz. Fue muy doloroso. Tuvo un ataque, probablemente, por algo genético. Me rompió el corazón en mil pedacitos. Así que Nicolás también es un sanador para mí”.