La Ferrari, símbolo de grandeza y gloria en la Fórmula 1, se enfrenta a una crisis devastadora tras el Gran Premio de Miami. Con expectativas altas y la mirada puesta en la competencia con McLaren, la escudería de Maranello se topó con una dura realidad: las posiciones séptima y octava de Charles Leclerc y Lewis Hamilton no solo fueron decepcionantes, sino que evidenciaron una falta alarmante de rendimiento. En una carrera de 57 vueltas, Leclerc cruzó la meta con más de 57 segundos de desventaja, lo que pone en jaque la competitividad del SF25.
La confusión reinó en el equipo durante el evento. Estrategias erráticas, como la decisión de cambiar a neumáticos blandos demasiado pronto, dejaron al piloto a merced de sus rivales. La desesperación se palpaba en el aire, con Hamilton discutiendo por radio su posición ante un equipo que parecía no comprender la realidad del duelo en pista. La falta de agilidad en la toma de decisiones y el ritmo desastroso, más de un segundo más lento que McLaren por vuelta, son una llamada de atención.
Frederic Vasseur, jefe del equipo, debe escuchar las voces de sus pilotos que claman por un cambio. La frustración es palpable y podría ser hora de que Ferrari replantee su enfoque, incluso considerando una retirada anticipada de la lucha por 2025 para concentrarse en el futuro. Con cada carrera que pasa, la presión aumenta y la sombra de un legado brillante se convierte en un peso abrumador.
¿Es este el momento en que Ferrari debe decir adiós a sus esperanzas de 2025 y enfocar su energía en un nuevo camino? La afición espera respuestas, y la historia de la Scuderia está en juego. La pasión del automovilismo nunca se apaga, pero es crucial que Ferrari encuentre su rumbo antes de que sea demasiado tarde.