La decisión radical de Paula Chávez ha encendido una polémica en las redes sociales, desatando tanto elogios como críticas en un mundo donde la tecnología es omnipresente en la vida de los niños. En una reciente aparición en el programa “Tapados de Aburo”, la modelo y madre de tres hijos anunció, con firmeza y sin titubear, que ha prohibido el acceso a redes sociales y YouTube para sus pequeños, Olivia, Baltazar y Filipa. La decisión, que podría parecer extrema para muchos, invita a una reflexión profunda sobre la crianza en la era digital.
Chávez, a contracorriente de la tendencia actual, argumenta que a los 11 años, los niños deben estar jugando y no consumiendo contenido que no comprenden. “No quiero que mis hijos estén pegados a una pantalla sin conciencia de lo que ven”, enfatizó, generando una mezcla de asombro y cuestionamientos entre sus colegas, quienes no pudieron evitar recordar su propia infancia en la que el acceso a la tecnología era parte integral de su desarrollo.
La reacción fue inmediata; algunos aplaudieron su valentía, mientras que otros la acusaron de sobreproteger a sus hijos. Sin embargo, su postura no es aislada: en el colegio de sus hijos, los padres han acordado establecer límites conjuntos sobre el uso de tecnología, reflejando una comunidad que busca proteger a sus pequeños de los riesgos digitales.
“Se pierde mucho tiempo en cosas que ellos no están preparados para procesar”, dijo Paula, abriendo un debate crucial sobre el rol de las redes sociales en la infancia. En un contexto donde los niños aprenden a deslizar pantallas antes de aprender a escribir, su elección desafía a los padres a reconsiderar la forma en que crían en esta nueva era.
La pregunta persiste: ¿está Paula Chávez a la vanguardia de una nueva forma de crianza o simplemente desconectada de la realidad actual? El debate está abierto y las opiniones se dividen. La decisión de Paula, cargada de emoción y convicción, nos invita a reflexionar sobre cómo equilibrar el entretenimiento digital con el desarrollo emocional de nuestros hijos. ¿De qué lado estás tú?