**A 31 Días de la Muerte de Rubby Pérez, Antonio Espaillat Rompe el Silencio y REVELA LO INESPERADO…**
En una noche que prometía ser de celebración, el icónico club Jetset en Santo Domingo se convirtió en un escenario de horror. A las 12:44 de la madrugada, mientras la música sonaba y las luces brillaban, el techo del local colapsó, dejando a más de 220 personas atrapadas bajo escombros. La tragedia, que dejó cientos de heridos y un luto nacional, ha desatado un torrente de preguntas inquietantes: ¿pudo haberse evitado esta catástrofe?
Antonio Espayat, dueño del Jetset, había permanecido en silencio desde el desastre. Sin embargo, ante la presión mediática y el clamor por justicia, decidió romper su silencio a través de una carta al Ministerio Público, prometiendo colaboración. Pero muchos consideran que sus palabras llegan demasiado tarde. Las familias de las víctimas exigen respuestas, y el dolor de la pérdida sigue resonando en cada rincón del país.
Sobrevivientes han revelado que minutos antes del colapso, ya se escuchaban crujidos y caían partículas del techo. Los indicios de desgaste estructural habían sido ignorados durante años. La comunidad se pregunta: ¿quién es responsable de haber permitido que el Jetset siguiera funcionando a pesar de las advertencias?
El escándalo se intensifica con rumores de que el colapso podría haber sido un atentado, teoría que ha sido rápidamente desmentida. En cambio, se habla de negligencia y falta de acción por parte de las autoridades que debieron garantizar la seguridad del local. Mientras el país entero busca respuestas, el eco de las tragedias pasadas resuena con fuerza, dejando claro que la lucha por justicia apenas comienza.
Las sombras de la tragedia no solo se ciernen sobre el Jetset, sino sobre una sociedad que, en su mayoría, elige el silencio ante el sufrimiento. ¿Hasta cuándo permitiremos que la indiferencia predomine? La historia de Rubby Pérez y las cientos de vidas perdidas clama por un cambio urgente. La justicia no puede ser un lujo; debe ser una necesidad.