La noche del 13 de junio, la celebración del 60 cumpleaños de la infanta Cristina se tornó en un escándalo real sin precedentes. En un intento por mantener un ambiente íntimo y familiar en el Palacio de la Zarzuela, la velada se vio interrumpida por un enfrentamiento explosivo entre la cumpleañera y la reina Letizia. Según fuentes cercanas, Cristina acusó a Letizia de ser “falsa” y “embustera”, exigiéndole que abandonara la cena de inmediato. Este altercado, que dejó a los asistentes en un clima de tensión palpable, resalta las profundas rivalidades que han marcado la relación entre ambas desde hace años.
El evento, que prometía ser un momento de celebración, reveló las fracturas internas de la familia real española, que a menudo intenta proyectar una imagen de unidad. La infanta, que había logrado llevar una vida alejada del escrutinio mediático, parece haber alcanzado un punto de quiebre, rompiendo el silencio que ha mantenido sobre las tensiones familiares. Por otro lado, Letizia, la reina moderna y mediática, ha enfrentado críticas por su relación con el ala más tradicional de la familia, lo que plantea preguntas sobre su lugar dentro de la institución monárquica.
Este incidente no solo es un reflejo de un conflicto personal, sino que también pone de manifiesto desacuerdos más profundos sobre el rol de cada miembro dentro de la monarquía. La infanta Cristina, representando la vieja guardia, parece haber decidido que era momento de alzar la voz. La pregunta ahora es si este episodio marcará un cambio en la dinámica familiar, o si, por el contrario, será un episodio aislado en un drama real que continúa desarrollándose. La realeza, una vez más, se encuentra en el ojo del huracán, y el mundo está atento a las repercusiones de esta explosiva confrontación.