Israel ha lanzado una ofensiva militar sin precedentes contra Irán, atacando tres de sus principales instalaciones nucleares y un total de 370 objetivos estratégicos en el país. Según un informe oficial de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), los ataques se centraron en las instalaciones nucleares de Fordow, Natanz e Isfahan, las cuales sufrieron daños significativos y vieron destruidas sus reservas nucleares. Este desarrollo marca un escalón crítico en las tensiones entre ambos países, que han estado en un estado de conflicto latente durante años.
Las FDI detallaron que la operación incluyó 100 incursiones aéreas con aviones de combate y 500 ataques de drones, lo que resalta la magnitud y la sofisticación de la campaña militar. Israel también afirmó haber interceptado el 99% de los drones lanzados desde Irán, así como otros 30 provenientes del Mediterráneo y el Mar Rojo. Este nivel de respuesta indica no solo un avance en las capacidades defensivas israelíes, sino también una clara intención de neutralizar cualquier amenaza inminente proveniente del programa nuclear iraní.
La información revela que la inteligencia israelí ha jugado un papel crucial, con informes que destacan la calidad y precisión de la información utilizada para llevar a cabo estos ataques. Además, se menciona la destrucción de miles de centros de investigación e infraestructura vinculada al programa nuclear, lo que podría tener repercusiones a largo plazo en la capacidad de Irán para desarrollar armamento nuclear.
Este ataque no solo intensifica la crisis en la región, sino que también plantea preguntas sobre las futuras relaciones entre Israel y sus vecinos. La comunidad internacional estará observando de cerca las reacciones de Irán y la posible escalada de violencia en un contexto ya de por sí volátil. La situación sigue evolucionando y se espera que las repercusiones de esta ofensiva se sientan en toda la región en los próximos días.