El reciente conflicto entre el Rey Felipe VI y la Reina Letizia ha sacudido los cimientos de la Casa Real Española, revelando tensiones profundas en la crianza de sus hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía. Según fuentes cercanas, las diferencias en sus enfoques parentales han llevado a discusiones acaloradas, poniendo de manifiesto una grieta en la relación que podría tener repercusiones significativas para la imagen de la monarquía.

El Rey Felipe, aclamado por su estilo de paternidad afectiva y moderna, se ha distanciado del modelo tradicional que él mismo vivió durante su infancia. Su compromiso con una educación basada en el amor y la empatía contrasta marcadamente con la postura más estricta y protocolaria de Letizia, quien parece preferir un enfoque disciplinado. Este choque de estilos ha generado un ambiente tenso en el palacio, donde el monarca ha dejado claro que su prioridad son sus hijas, incluso si eso significa confrontar a su esposa.

Expertos en realeza, como la psicóloga Lara Ferreiro, destacan que Felipe ha roto con el “trauma intergeneracional” de una crianza fría y distante, promoviendo en cambio un vínculo emocional cercano con sus hijas. Sin embargo, esta visión no es compartida por Letizia, quien, según rumores, mantiene una presión constante sobre Leonor y Sofía para que se ajusten a las expectativas reales.

La situación ha suscitado opiniones divididas entre los seguidores de la realeza. Mientras algunos apoyan la sensibilidad del Rey, otros ven la firmeza de la Reina como una preparación necesaria para el futuro institucional de sus hijas. A medida que las tensiones aumentan, la estabilidad de la monarquía podría verse amenazada, y la pregunta persiste: ¿podrán Felipe y Letizia encontrar un terreno común en la crianza de Leonor y Sofía, o sus diferencias irreconciliables marcarán un nuevo capítulo en la historia de la Casa Real? La respuesta, sin duda, tendrá un impacto duradero en la percepción pública de la monarquía española.