Gustavo Petro, presidente de Colombia, dejó a la audiencia de la ONU con un sabor agridulce tras un discurso que se tornó en un inquietante reflejo de su liderazgo. En un salón de la Asamblea General donde las sillas vacías superaban a los oyentes, Petro abordó temas cruciales como el conflicto en Venezuela y la crisis climática, pero su mensaje no logró resonar. La falta de condena clara hacia el régimen de Nicolás Maduro fue rápidamente criticada, generando cuestionamientos sobre su postura ante la dictadura venezolana.
Durante sus 15 minutos de intervención, Petro intentó posicionar a Colombia en el escenario internacional, pero su discurso fue recibido con indiferencia. La imagen de un auditorio mayormente vacío se viralizó, convirtiéndose en un símbolo de su aparente pérdida de influencia. Críticas en redes sociales apuntaron a una desconexión entre su discurso y los problemas internos que enfrenta Colombia.
Una de las afirmaciones más polémicas fue que la capacidad comunicativa de un presidente depende de su presupuesto, lo que fue interpretado como una justificación de su falta de impacto. Además, su referencia a los bloqueos económicos sin mencionar las violaciones a los derechos humanos en regímenes como el cubano y el venezolano generó un fuerte rechazo.
El cierre de su discurso, donde abogó por un nuevo liderazgo global, no logró captar la atención deseada, y los escasos aplausos evidenciaron la falta de eco de su mensaje. Este episodio refuerza la percepción de que Petro enfrenta desafíos significativos, tanto en la política interna de Colombia como en su intento por proyectar una imagen de liderazgo internacional. La intervención en la ONU ha dejado más preguntas que respuestas, y la crítica en redes sociales se intensifica. ¿Podrá Petro recuperar su relevancia en el ámbito global?