El presidente colombiano Gustavo Petro ha enviado una carta urgente a Donald Trump, buscando evitar un deterioro aún mayor en las relaciones entre Colombia y Estados Unidos. En la misiva, Petro se retracta de sus recientes declaraciones, donde insinuó que un golpe de estado en su contra estaba siendo orquestado desde Washington, específicamente mencionando al senador Marco Rubio. Esta situación ha generado una intensa crisis diplomática, con repercusiones que podrían afectar gravemente la cooperación bilateral.
En su carta, Petro aclara que sus palabras fueron malinterpretadas y que no tenía la intención de acusar a individuos específicos en Estados Unidos. Sin embargo, la respuesta desde la Casa Blanca ha sido fría; la portavoz Caroline Levit indicó que no hay constancia de que Trump haya visto la carta y que el Departamento de Estado no está convencido de la sinceridad de las disculpas de Petro.
La tensión se intensificó después de que Petro negase las extradiciones de narcotraficantes solicitadas por EE. UU., lo que ha llevado a Washington a cuestionar la capacidad de Colombia para cooperar en la lucha contra el narcotráfico. La falta de un embajador en EE. UU. y la reciente salida de la canciller Laura Sarabia solo agravan la crisis.
Los congresistas estadounidenses, como María Elvira Salazar, han expresado su desconfianza hacia el gobierno colombiano, señalando que el clima actual no es propicio para un diálogo constructivo. La situación es crítica, y cualquier error adicional podría desencadenar sanciones más severas y un deterioro irreversible en las relaciones bilaterales.
En medio de esta tormenta diplomática, el futuro de la cooperación entre Colombia y Estados Unidos pende de un hilo. La comunidad internacional observa con preocupación cómo se desarrollan los acontecimientos, y la urgencia de una respuesta clara y contundente por parte del gobierno colombiano se vuelve cada vez más apremiante.