Rusia ha desatado un ataque masivo y coordinado contra Ucrania, utilizando armas hipersónicas y drones en lo que se ha descrito como el asalto más contundente desde el inicio del conflicto. Según el Ministerio de Defensa ruso, la ofensiva, que tuvo lugar durante la noche, tuvo como objetivo principal los aeródromos militares ucranianos, marcando un escalón significativo en la guerra.
El anuncio de Moscú revela que se emplearon misiles hipersónicos aerobalísticos, conocidos como quinsal, junto con drones de largo alcance, todos lanzados desde aeronaves. Este despliegue de tecnología avanzada subraya la creciente capacidad militar de Rusia y su disposición a intensificar los ataques, lo que podría tener graves repercusiones para la infraestructura militar ucraniana.
El alcalde de Luz, una de las áreas más afectadas, ha calificado este ataque como el más devastador que ha sufrido la ciudad hasta el momento. Las cifras son alarmantes: se reportaron alrededor de 50 drones y cinco misiles impactando en la región. Sin embargo, el alcance de la destrucción no se limitó a Luz; provincias como Dnipropetrovsk, Zhitomir, Kiev, Kirovograd, Mykolaiv, Sumy, Jarkov, Melitopol, Cherkasy y Chernihiv también sufrieron daños significativos.
Este ataque no solo representa un aumento en la agresión militar de Rusia, sino que también plantea serias preguntas sobre la capacidad de respuesta de Ucrania y la efectividad de sus defensas. A medida que la situación se desarrolla, el mundo observa con preocupación cómo este conflicto podría escalar aún más, afectando no solo a la región, sino también a la estabilidad global. La comunidad internacional enfrenta un desafío urgente para responder a esta escalada y buscar vías para mitigar el conflicto antes de que se convierta en una crisis mayor.