En un giro inesperado que ha sacudido la política colombiana, los expresidentes Andrés Pastrana y Ernesto Samper han desatado una feroz batalla en redes sociales, lanzándose acusaciones explosivas que rememoran oscuros episodios de sus respectivas administraciones. La disputa comenzó cuando Samper, a través de su cuenta en X (anteriormente Twitter), insinuó que Pastrana tenía vínculos con actividades pedófilas en el Caribe, mencionando rumores sobre su relación con Jeffrey Epstein, el infame empresario acusado de delitos 𝓈ℯ𝓍uales.
El mensaje incendiario de Samper no solo provocó una tormenta de reacciones en línea, sino que también revivió el escándalo del Proceso 8000, que marcó su gobierno por presuntos financiamientos del narcotráfico. En respuesta, Pastrana no tardó en descalificar las acusaciones, acusando a Samper de rodearse de “pedófilos y depravados” y sugiriendo que su rival busca desviar la atención de su propio pasado turbio.
Este intercambio, que ha capturado la atención de la opinión pública, refleja una rivalidad histórica entre ambos líderes, quienes han mantenido diferencias irreconciliables desde que ocuparon la presidencia. Lo que distingue este nuevo capítulo es el uso de las redes sociales como campo de batalla, permitiendo un debate inmediato y masivo que divide a los ciudadanos entre quienes exigen respuestas a Pastrana y quienes defienden su legado.
Sin pruebas concretas que respalden las acusaciones, la situación podría desencadenar investigaciones judiciales que impacten aún más la ya frágil percepción pública de ambos expresidentes. En medio de este caos, la política colombiana se enfrenta a un nuevo nivel de confrontación, donde la transparencia y la justicia siguen siendo temas candentes. ¿Qué implicaciones tendrá este enfrentamiento en el futuro político del país? La tensión está al máximo, y el desenlace podría ser explosivo.