Gustavo Petro y Mario Hernández han desatado una tormenta en el ámbito económico colombiano. El presidente, en defensa de su reciente aumento del salario mínimo, se ha enfrentado directamente al reconocido empresario, quien había expresado su preocupación por las repercusiones de esta medida en sus negocios. El nuevo salario mínimo, fijado en 1.630.500 pesos, representa un incremento del 9,54% respecto al año anterior, lo que ha generado un intenso debate entre el gobierno y el sector empresarial.
La controversia estalló cuando Hernández, uno de los empresarios más influyentes del país, desmintió rumores en redes sociales que afirmaban que cerraría sus tiendas debido al aumento salarial. El empresario, lejos de rendirse, anunció la apertura de nuevas tiendas y la creación de 50 empleos, reafirmando su compromiso con Colombia. “Este es mi país, aquí me quedo”, declaró, mostrando una postura resiliente ante las adversidades económicas.
Tres días después, Petro respondió a Hernández, argumentando que el incremento salarial beneficiaría tanto a trabajadores como a empresarios, al aumentar el poder adquisitivo y, por ende, el consumo. Sin embargo, el presidente también aprovechó para criticar a aquellos empresarios que se opusieron a su reforma tributaria, sugiriendo que su falta de apoyo fue un error que podría haber beneficiado a todos.
Este enfrentamiento pone de manifiesto las tensiones entre las políticas económicas del gobierno y las preocupaciones de los empresarios, especialmente en un país donde las pequeñas y medianas empresas luchan por sobrevivir. Mientras algunos ven el aumento del salario mínimo como un paso hacia la equidad social, otros advierten sobre el riesgo de desempleo y la informalidad laboral.
La situación plantea un desafío crucial: encontrar un equilibrio entre las necesidades de los trabajadores y la sostenibilidad empresarial. El futuro económico de Colombia podría depender de la capacidad del gobierno y del sector privado para dialogar y adaptarse a un entorno en constante cambio. La resiliencia de empresarios como Mario Hernández podría ser un faro de esperanza en tiempos inciertos.