Rusia ha desatado una ola de terror en Kiev con un ataque masivo que ha dejado al menos dos muertos y ha incendiado varios edificios, incluyendo una estación de metro. Más de 200 drones y misiles hipersónicos han golpeado la capital ucraniana, provocando pánico en la población que se ha visto forzada a refugiarse en el metro. Los informes indican que los ataques han causado daños severos en infraestructuras vitales, mientras que la alerta aérea se ha declarado en todo el país.
El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, ha instado a los ciudadanos a permanecer en refugios, ya que las explosiones se han escuchado en varias ciudades, incluyendo Járkov, donde se registraron hasta 11 impactos. La situación es crítica, y las fuerzas de defensa antiaérea luchan por contener la ofensiva rusa, que parece intensificarse en medio de negociaciones que se vislumbran en Estambul.
Mientras tanto, en el ámbito político, la tensión entre Donald Trump y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha alcanzado un punto de ebullición. Trump, en su 𝓈ℯ𝓍to mes de mandato, ha expresado su frustración con las acciones de Netanyahu en Siria, que amenazan con socavar los esfuerzos diplomáticos de Estados Unidos. A medida que la situación en Oriente Medio se complica, se teme que la paciencia de Trump se agote.
En el frente internacional, China ha emitido un aviso a Europa, instando a una cooperación a largo plazo a pesar de las tensiones comerciales. La relación entre ambas potencias se encuentra en un punto crítico, y las advertencias de Pekín podrían tener repercusiones significativas.
La comunidad internacional observa con creciente preocupación cómo estas crisis se entrelazan, mientras el mundo se prepara para posibles diálogos en Estambul y un clima geopolítico cada vez más volátil. La urgencia de la situación en Ucrania, combinada con las tensiones en Oriente Medio y la presión económica global, crea un escenario explosivo que podría cambiar el rumbo de la historia en las próximas semanas.