**PETRISMO DESESPERADO: LAS PRUEBAS APUNTAN AL GOBIERNO EN EL CASO MIGUEL URIBE**

La situación en Colombia se ha tornado crítica tras el asesinato del candidato presidencial Miguel Uribe, un hecho que ha desatado la furia de la administración estadounidense. En un contexto de creciente tensión política, el gobierno de Donald Trump ha expresado su descontento con el manejo de la situación por parte del presidente Gustavo Petro, a quien acusan de ser cómplice en lo que muchos consideran un crimen de Estado.

La llegada del subsecretario de Estado, Christopher Landau, a Bogotá para asistir al funeral de Uribe subraya la gravedad del momento. Landau no ha escatimado en criticar a Petro, tildándolo de “guerrillero comunista” y advirtiendo que la democracia en Colombia está en peligro si los opositores son convertidos en objetivos. Esta declaración se produce en un clima de acusaciones cruzadas, donde figuras de la izquierda, como el exalcalde de Medellín, Daniel Quintero, han intentado desviar la atención culpando a la derecha del magnicidio.

Las palabras de Uribe, quien había denunciado públicamente a Petro y su gobierno, resuenan como un eco trágico tras su muerte. “No se puede tener democracia si cualquiera que sea de centro derecha se convierte en un objetivo”, advirtió en un mensaje que ahora cobra un significado ominoso. Los indicios apuntan a que el ataque contra él fue orquestado por una alianza de políticos y narcotraficantes que buscan desestabilizar el país.

Mientras el ambiente político se tensa, la comunidad internacional observa con preocupación. La administración Trump ha dejado claro que está al tanto de las implicaciones de este asesinato y que no tolerará la persecución política en Colombia. Las sombras del narcotráfico y la violencia política vuelven a cernirse sobre el país, y la lucha por la verdad y la justicia apenas comienza. La pregunta que todos se hacen ahora es: ¿será este el inicio de una nueva era de represión en Colombia?