Hotel of the Damned es una película de terror rumana de 2016 producida y dirigida por Bobby Barbacioru a partir de un guion de Luca Bercovici (director de The Granny; Rockula; Ghoulies) y Paul Petcu. Es una producción de Imago Creative Studio y Luna Films. El título provisional era Hotel Kill.

La película está protagonizada por Peter Dobson (The Frighteners; Bates Motel, 1987), Manuela Harabor, Louis Mandylor (Daylight’s End; Sorority Party Massacre; The Cursed), Oltin Hurezeanu, Roxana Luca, Bogdan Marhodin, Valentin Petrisor, Natalia Mateut, Florin Kevorkian y Dimitrina Zhivkova.

Sinopsis:Tras un accidente de coche casi mortal, y abandonados en medio de la nada, el exconvicto Jimmy (Peter Dobson) y su hija Maria (Manuela Harabor) se encuentran en un hotel abandonado en lo profundo de los Cárpatos. Su mala suerte se convierte en una pesadilla cuando descubren que en los cavernosos restos del hotel habita una raza de criaturas caníbales infrahumanas…

Reseña:Hotel of the Damned está ambientada en lo profundo de los Cárpatos (¡qué apropiado!), pero quienes esperen carruajes tirados por caballos y capas ondeantes se llevarán una decepción, porque la época es el presente y, una vez que la acción realmente comienza, la caza de monstruos se desarrolla principalmente en un hotel abandonado, aunque no tan bien cuidado como el Overlook.

La película comienza con Nicky, un estereotipo de criminal italoamericano salido de cualquier película de Martin Scorsese, recién liberado de la cárcel tras pasar varios años en una prisión rumana por un delito que nunca se especifica, sino que solo se insinúa después de que él y su amigo Jimmy, quien lo recoge en la puerta de la prisión, se entretienen con algunos gruñidos y reflexiones a medias. Jimmy, entonces, desvía a Nicky del camino tortuoso y descabellado al sugerirle, con indiferencia, que cobren una deuda; un breve vistazo a Jimmy y Nicky metiéndose en problemas y robando un montón de dinero a un delincuente rumano de baja estofa, digno de cualquier película de gánsteres europea.

Una vez terminada esta breve introducción de los personajes, la historia pasa a Nicky y Jimmy intentando localizar a la hija de Nicky, Eliza, y a su sórdido novio, Bogdan. Una vez encontrados, todos emprenden un viaje que se ve interrumpido abruptamente por un accidente de coche que los deja varados en un hotel en ruinas, luchando por sus vidas mientras una banda de caníbales los persigue.

El director debutante de largometrajes, Bobby Barbacioru, toma las riendas con competencia y las mantiene firmes a lo largo de esta producción limitada. Sus experiencias previas, aunque de menor nivel, en el cine le son muy útiles. Las habilidades y competencias adquiridas a través de las observaciones que realizó mientras trabajaba como coordinador de transporte en la versión rumana de la industria se perfeccionan y se ponen a prueba con resultados satisfactorios.

Partió de un guion ligeramente inconexo de Luca Bercovici y Paul Petcu y mantuvo cierto nivel de coherencia; lo que parece un poco disparatado, con dos matones neoyorquinos como protagonistas en los Cárpatos, Barbacioru lo hace creíble y fresco. Sin depender completamente del escenario sensacionalista de la Última Chica, ni de una lista de personajes que apenas salen de la adolescencia, la historia resulta un poco más dura y equilibrada que la mayoría de las películas que abordan el tema.

La cinematografía de Andrei Baltaretu es un verdadero placer; su nivel de competencia supera con creces la trama desgastada con la que se le ha encomendado trabajar. La imagen se ve impulsada por una saturación de color intensa que llena los elementos de la trama del primer acto con un realismo sensual y peligroso, y una intensidad aguda. Una vez en los elementos del segundo acto, la corrección de color cambia a un azul contralto húmedo, señalando la transición cinematográfica a un mundo de sombras oblicuas y desesperación gélida. La noche se cierra, volviéndose más profunda y amenazante; el otrora gran hotel, ahora un mero cascarón de lo que fue, es un infierno oscuro, plagado de monstruos y caos. Baltaretu captura esta pesadilla de hollín con una belleza vibrante, profundizando en la psique del entorno como debe ser una buena cinematografía.

Con la maestría actoral de Mandylor y Dobson, y un esfuerzo ligeramente menor por parte del elenco rumano, incluyendo a los caníbales que tuvieron que hacer muy poco más que ser amenazantes en las sombras y dar la impresión de ser endogámicos, combinado con las habilidades perfeccionadas de Barbacioru como director, la sensual cinematografía de Baltaretu y la aterciopelada banda sonora de Andrew Spence, tenemos una obra maestra, si no ganadora. Pruébalo si estás de humor para un pequeño caos devorador de tripas sin zombies.