La graduación de la infanta Sofía se convirtió en un escenario de tensiones familiares inesperadas que paralizó a la monarquía española. En un giro sorprendente, la princesa Leonor, quien no pudo asistir a la ceremonia debido a su formación militar, alzó la voz en defensa de su prima Victoria Federica tras enterarse de que su madre, la reina Letizia, vetó su presencia en el evento. Este hecho ha desatado un torbellino de especulaciones sobre la relación entre madre e hija.
Mientras Sofía celebraba su graduación en el mágico castillo de San Donato, la ausencia de Leonor se sintió profundamente. Sin embargo, la futura reina no se limitó a enviar un mensaje de felicitación; su indignación por la decisión de Letizia se hizo evidente en un tenso intercambio justo antes de grabar su saludo. Fuentes cercanas han confirmado que la princesa se mostró molesta por la exclusión de Victoria, lo que añade una capa de drama a un día que debería haber estado marcado por la celebración.
El veto de Letizia ha generado un intenso debate sobre el control que ejerce sobre el protocolo familiar y ha dejado entrever las grietas que a menudo se ocultan tras la imagen de unidad de la familia real. La graduación, un momento que debió ser de unión, se ha convertido en un reflejo de las tensiones latentes en la Zarzuela, evidenciando que no todo es armonía en la corte.
La situación ha captado la atención de los medios y del público, que se preguntan si Leonor tiene razón al defender a su prima y si Letizia está manejando adecuadamente las complejidades familiares. Con cada gesto y decisión, la realeza española se enfrenta a un escrutinio constante, y este episodio ha dejado claro que el drama familiar puede eclipsar incluso los momentos más significativos. La historia continúa desarrollándose y los ojos están puestos en cómo se resolverá esta crisis interna en la monarquía.